EL PRODIGIO SECRETO El genio se detuvo un instante a contemplar su obra y comprendió inmediatamente que no había nacido todavía alguien digno de apreciarla cabalmente. Era una triste noticia, ciertamente. No había amigos ni colegas con quien compartir ese prodigio. La maestría que desafiaba los cielos, el certero trazo perfecto como un crimen, la emoción imponderable, la palpitación, el riesgo y su consumación. El genio se detuvo un instante a contemplar su obra, sostuvo en su imaginación - como la representación inolvidable de un drama inmortal- lo que se desvanece en un santiamén. ¿Puede desafiar la estadística a la belleza y viceversa? El genio se dispuso a contemplar su obra y sintió pesadumbre por la lejanía a la que ya estaba acostumbrado. El genio, entonces, se puso sombrío. ¿Cómo podrían coronarlo aquellos mismos que estaban ciegos a las posibilidades de su ...