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Mostrando entradas de abril, 2020

Mi corazón inextricable, mi corazón piramidal…

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Hermético, que no comercia ni con brujos. Mi corazón de cristal, mi corazón de sombras, de bosques, de parásitos, de amores descompuestos. Mi corazón donde no penetra el rayo artificial. Mi corazón secreto y rabioso, mi corazón que llegó antes a la corrupción de la carne. Mi corazón melancólico, mi corazón mal avenido, mi corazón trunco. Mi corazón de infancias y de encierros. Mi corazón, un destello antes de la tragedia. No intentes comprenderlo, -no es una fiesta de luces de colores.- Mi corazón explotado.

OTRA OPORTUNIDAD PARA CAMBIAR EL MUNDO, por Gabriel Marco

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OTRA OPORTUNIDAD PARA CAMBIAR EL MUNDO El mundo después del coronavirus. Una pregunta abierta Por cierto, mostraremos con valentía, públicamente, que las pretendidas “redes sociales” muestran una vez más que ellas son (además del hecho de que engordan a los multimillonarios del momento) un lugar de propagación de la parálisis mental fanfarrona, de los rumores fuera de control, del descubrimiento de las “novedades” antediluvianas, cuando no es más que simple oscurantismo fascista. (Sobre la situación epidémica, Alan Badiou. 21 de Marzo, 2020) El tema del momento es la pregunta acerca de cómo será el mundo después del corona virus. Parece haber un consenso de que todo será diferente de ahora en más, sobre todo en lo referido a nuestra vida cotidiana y al funcionamiento del mundo, de hecho no faltan quienes auguran el fin del capitalismo tal como lo conocemos y ese tipo de cosas. Soy bastante escéptico en este sentido y me pregunto si no puede haber algo de voluntarismo y

Solo el sueño es sagrado

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Lo demás no importa.  El sueño es un regalo de los dioses.  No soy yo quien habla por mis labios, mi buen amigo. Son los ancestrales duendes, y me dicen que el sueño puede comunicar a los muertos con los vivos.  El sueño puede tocar las almas, desplazar dimensiones… El sueño es todo, y  cuánto lo perturbamos con nuestros horribles sonidos  (que están muy lejos de la música, por cierto.) Todos somos silencieros, don Antonio Di Benedetto. Usted, que conoció el infierno,  tal vez sabía algo respecto de los sueños. Y de las pesadillas,  por supuesto.