¿Por qué alguien tendría que pagarme?

 

¿Por qué alguien tendría que pagarme?

¿Qué es el arte? Prostitución.  

(Charles Baudelaire)

Todos los días de mi vida me hago esa pregunta. ¿Por qué alguien tendría que pagarme? Por lo que fuera. Soy indigno de cualquier paga. Nada quiero. (Por supuesto que a los patrones que hacen un negocio con nuestra vida obviamente que sí hay que exigirles que nos paguen lo que corresponde. Pero no va de ese rollo mi pregunta esta vez.) 

No quiero que nadie me pague nada. Ni por mis servicios, ni por mis productos. En realidad, creo que no valen un céntimo. Y no se trata de “autoestima” como estarán pensando mis lectores en la era digital de la Era de Acuario. Se trata de algo realmente metafísico.

Resulta que ahora todos estamos obligados a convencer y persuadir a los demás a que compren nuestros productos y servicios para no morir de hambre en una sociedad de mercado. Quien mejor engaña al prójimo, gana. 

También sabemos que lo que hoy es gratis, si se privatiza, puede empezar a costarnos muy caro a partir de mañana, ya sea el aire, el agua, una playa, la costa de un rio, los besos o lo que sea.

¿Por qué alguien tendría que pagarme por algo? Me rehúso completamente. Inclusive, lo que mejor hago, cuanto mejor lo haga, menos quiero cobrarlo. Sería una estafa.

Todos los días me hago esa pregunta mientras me hundo en la miseria. Algún perspicaz agregaría: ¡Esa es precisamente la razón! Porque no sabes vender: Vender/te. Con la misma lógica podríamos decir que tampoco sabes comprar.” No me interesa refutar a mis exégetas. Tampoco me interesa darles la razón. Puedo decir con Borges: si existe alguna Providencia, no sabemos hacia dónde se dirige.

 La libertad del paria ¿Acaso no es esa la venganza del paria? La libertad. La libertad de comprar y de vender. (De no comprar y de no vender nada.) Ya lo dijo “Chiquito” Escudero: aquellos que no demuestren entusiasmo por Plutón serán criminalizados en el futuro (que es nuestro presente, el cual no resiste ya ningún adjetivo.)

-¡Vengan, tomen todo lo mío que es vuestro! (Y no soy hippie, lo aclaro.)

Qué busca ese papudazo con tan retorcida y rebuscada filosofía filantrópica me pregunto yo, ya estoy escuchando decir a mis colegas docentes. Seguro que es un ñoqui del Estado. O su mujer trabaja en la Central Nuclear de Embalse o tiene un pool de siembra en el sur cordobés. Lo importante es que se destaca por su estupidez y falta de practicidad en la vida cotidiana. Esa vida cotidiana que le agobia y que ya le ha costado varios matrimonios, a juzgar por su aspecto desaliñado y juvenil, Peter-Panesco. Así cualquiera se ahorra barrigas y calvicies prominentes.

¡Señor, no me pague nada porque nada quiero! Métase sus morlacos miserables en el sur de su conciencia. Tampoco me creo superior por eso. Usted no me debe nada. Simplemente no estoy de ánimos hoy, y ya estoy fundido de todos modos.

¿Alguien que vaya a la concha de su madre/ y quiera compartir los gastos?

Post Data. Nadie ignora que este mundo está lleno de hijos de puta. Inclusive, detrás del directivo más adocenado y rechoncho se puede esconder un burócrata entregador, pleno de solemnes palabras (y sombríos manejos mafiosos.) Y todo por dos pesos.

¿Qué tan gorda eres? Pero ese es un título para otro cuento.



Comentarios

Entradas populares de este blog

SEXPO ERÓTICA

NUNCA ME LLEVÉ BIEN CON LAS MÁQUINAS