MI "OTRO POEMA DE LOS DONES"






MI “OTRO POEMA DE LOS DONES”
Para Schopenhauer, que acaso descifró el universo


Mi "otro poema de los dones" sería innumerable como tu cabello:

Su cuerpo como un golpe de vino en medio de la noche,
su cara de niña.
La lluvia de la madrugada.
Los bailarines y las bailarinas en la final de academias de danza.
Los coros en los antros y en los teatros.
Mi madre.
Mi abuela y su Todo-Presencia.
Las noches lujuriosas como una picardía.
Los llantos inútiles por mujeres que perdimos.
Las humillaciones que siempre son auto humillaciones.
La neblina de las plazas,
ambientación de una ciudad futurista.
La pequeñas dichas verdaderas: las lecturas de Borges,
las películas del hombre araña.
La metafísica barata.
El rock perdido.
El frio  de la posmodernidad.
Los amigos entrañables en las antípodas de nuestras opiniones políticas.
Toda la pornografía que quisiéramos olvidar.
Todo el pudor perdido.
El arte argentino: sobrio, melancólico, indirecto.
Las mañanas de Silvio Rodríguez,
las noches y los días con Ramones y el Ave María de Bach.
Las derrotas amorosas similares a tragedias.
La canciones que no compuse.
Las mujeres que no conquisté.
Los libros que no escribí.
Los autos que no me compré.
La familia que nunca formé.
 
Todas esas cosas me pertenecen.
Este mal plagio de Borges (y de Juan Gelman.)

Aquel 25 de mayo, Día de la Patria (que no conozco,
porque jamás -salvo una escapada al Uruguay-salí del país.)

¡Día de la Patria,
añoranza de locro y empanadas
y casa grande!

 
Patria del poema de Juan Gelman:
persíganlos como a bestias mátenlos

Las mujeres que enamoré y abandoné.
Su reclamo silencioso.
 
Todo eso me pertenece.

 Mi padre en la plenitud
y la agonía de mi padre.

 Mis sobrinos,
mi tía Esther.

 Mis deudas,
mi prosperidad invisible.

Mis alumnos que son mis amigos
y, pronto, desconocidos.

 Todo el futuro que ignoro.

 Mi hermano: mi primer amigo.

 Todas mi muertes
y resurrecciones.

Toda mi nada.

 Todo eso me pertenece
 y la lista sigue.

La mujer que nunca me amó.

Mi fracaso académico.

Las culpas inútiles.

Todos mis padres y todas mis madres.

El punk rock en las venas adolescentes,
la noche gótica al Sur del Continente.

 El pálido rostro y la luna llena. 


Habría que desprenderse de todo
-de absolutamente todo-
y alcanzar la beatitud.


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