Recitemos este poema para nuestras madres

 


Ahora que nos acecha la muerte/ en los detalles cotidianos,

(en las puertas que se abren,/  en los contestadores automáticos de los bancos…)

recitemos juntos este poema para nuestras madres

 

que están y que se han ido

como un enigma, como una fatalidad

de jardines y de flores.

 

Somos “todo” ellas, somos una ramita de esa rama:

nuestras madres amadas y sabias

hasta el infinito.

 

¡Dichosos de tenerlas tanto tiempo,

ellas no envejecen sin nosotros!

 

El tiempo es un río/ de sangre,

recitemos este poema para nuestras madres

y lloremos abrazados nuestras penas.

 

Nuestro cuerpo,

nuestra memoria,

les pertenecen

y somos enteramente nuestras madres

en el futuro...

 

A MI MADRE, de Mahmud Darwish
Añoro el pan de mi madre,
El café de mi madre,
Las caricias de mi madre...
Día a día,
La infancia crece en mí
Y deseo vivir porque
Si muero, sentiré
Vergüenza de las lágrimas de mi madre.
 
Si algún día regreso, tórname en
Adorno de tus pestañas,
Cubre mis huesos con hierba
Purificada con el agua bendita de tus tobillos
Y átame con un mechón de tu cabello
O con un hilo del borde de tu vestido...
Tal vez me convierta en un dios,
Sí, en un dios,
Si logro tocar el fondo de tu corazón.
 
Si regreso. Tórname en
Leña de tu fuego encendido
O en cuerda de tender en la azotea de tu casa
Porque no puedo sostenerme
Sin tu oración cotidiana.
He envejecido. Devuélveme las estrellas de la infancia
Para que pueda emprender
Con los pájaros pequeños
El camino de regreso
Al nido donde tú aguardas.

Traducción del árabe:

María Luisa Prieto

Del poemario: Enamorado de Palestina (1966)

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