EL DESDICHADO
EL DESDICHADO
Era desdichado
como los solitarios
pero tenia una virtud
extraordinaria:
todo lo que tocaba
lo convertía en literatura.
Con unas lineas
podía comprar casas
para no conquistar
el amor.
Su bien
era su mal
y la paradoja
una de sus figuras preferidas.
Sin saberlo
tenía amantes
argentinas y
mundiales,
póstumas.
Despreciaba tanto su cuerpo
que no podía comprender
su fascinación por la belleza
(propia de un poeta.)
Un día se fue para el olvido
y se liberó de la tiranía de la memoria.
Como buen alquimista
transformó su último
barro en oro
de cotillones
y anaqueles.
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